miércoles, 26 de noviembre de 2008

Causa, determinismo y libertad en las conductas delictivas

“Causa, determinismo y libertad en las conductas delictivas”



DANIEL GUSTAVO GORRA
UNIVERSIDAD CATOLICA DE CUYO



I.- Introducción:

II.- El concepto de delito en la Ilustración y en el Positivismo Biologista.

III.- La labor de la dogmática penal: causalismo y finalismo.

IV.- Aspectos neurológicos y psicológicos.

V.- El experimento de Lebt.

VI.- Causas de la conducta criminal.


























I.- Introducción:



La indagación y la búsqueda sobre las causas y factores del delito, ha llevado ha diversos debates en distintas disciplinas, como la filosofía, la psicología, sociología y especialmente la criminología. La Ciencia del Derecho, se nutre y utiliza estas “ciencias auxiliares”, apropiándose en algunas ocasiones, de conceptos ajenos a la terminología jurídica.
A lo largo de la evolución del pensamiento jurídico y criminológico, autores que responden a distintos postulados filosóficos han intentado, elaborar los conceptos de delito y delincuente.
En la construcción teórica de los términos referidos, ha habido en común un debate que transita desde lo teológico hasta los postulados científicos, en lo que respecta al “determinismo” y el “libre albedrío”. ¿Estamos determinados?; ¿tiene un margen de libertad el hombre?. Estos interrogantes han dividido las aguas, en lo religioso frente a lo científico.
La importancia de posicionarse en una u otra postura, va a repercutir en el examen de las conductas calificadas como delitos y en el análisis psicológico para poder comprender el comportamiento del sujeto.
¿Puede el hombre elegir de modo "libre" sin que esté determinado por causas externas ? Si el hombre es un ser de la naturaleza, no puede escapar a las leyes que la gobiernan, está determinado por factores externos que provienen del ambiente físico y social que influyen en los fenómenos psicológicos (p.ej., el medio ambiente, falta de trabajo, o sea, un determinismo físico).
Las acciones del hombre dependen de un motivo (móvil), bajo este concepto el actuar humano no es libre, está, también influenciado por factores internos o subjetivos.(p.ej., la herencia, el temperamento, etc., o sea, un determinismo subjetivo).
Para el materialismo dialéctico, está condicionada a la posibilidad material de alcanzar o realizar uno de los motivos del conjunto que se presenta ante el hombre. El hombre posee la noción de libertad sólo en la medida en que puede satisfacer conscientemente sus necesidades.
Jurídicamente el determinismo social está sostenido por los positivistas, que dicen : como el hombre está determinado, entonces es responsable sólo por el hecho de vivir en sociedad (responsabilidad social).
Los indeterministas fundan su tesis en el libre albedrío, que tiene dos fases :
1) La conciencia. Esta da una experiencia íntima y directa de la libertad. Al ejecutar un acto tenemos conciencia de que no hemos sido obligados por fuerza gravitante en o fuera de nosotros. Escogemos libremente uno u otro camino. Esta experiencia psíquica prueba que poseemos una conciencia de libertad. En ese sentido la libre voluntad es un corolario de la conciencia.
2) Orden Moral. Para Kant la libertad es un postulado de la ley moral que es obligatoria y universal (imperativo categórico). Ej., "sé justo", no hay condición anterior para que sea imperativo categórico. Sin libre albedrío no habría fundamento para el orden moral, la libertad se convierte en postulado que depende exclusivamente de la razón. En sentido jurídico el libre albedrío, como requisito de la imputabilidad, es la elección, entre el bien representado por la ley, y el sentido de su mal implica su violación. Como el hombre tiene voluntad inteligente y libre debe soportar las consecuencias establecidas por ley, puesto que obró voluntariamente contra ellas.
Para ambos criterios (determinismo y indeterminismo) el hombre responde por el hecho cometido, por los motivos siguientes :
1) Para la Teoría del Indeterminismo responde porque quiso el delito y queriéndolo no lo evitó.
2) Para la Teoría Del Determinismo el hombre responde por el hecho de vivir en sociedad, tenga o no conciencia de su acto.
Como se podrá advertir la concepción se que se adopte ya sea determinista o indeterminista, puede llegar incluso a establecer diferentes grados de tolerantes frente a una u otra concepción.
Es innegable que el avance de la ciencia va forjando camino hacia la materialización de las conductas morales. Son muchas las evidencias empíricas recogidas hoy por la neurología que hablan a favor de una estricta determinación neural de la conducta humana. Esto parecería conducir a pensar que estamos absolutamente determinados por los genes, la maquinaria neural y la estimulación ambiental a representar el rol que la naturaleza física, genes y ambiente, nos impone. La realidad es que nos sentimos dentro del mundo, condicionados por nuestra naturaleza y por el ambiente; pero sabemos que somos personas que hacemos diariamente nuestra vida impulsando opciones selectivas de entre ámbitos de posibilidades. Frente a este panorama la Psicología, debe estar alerta ante el avance de la ciencia para comenzar a tomar posiciones.











































II.- El concepto de delito en la Ilustración y en el Positivismo Biologista.


El debate sobre libre albedrío y determinismo se vio reflejado en la noción que la Escuela Clásica y la Escuela Positiva tuvieron respecto del delito.
Entre los representantes de la Escuela Clásica podemos hacer referencia a Francesco Carra, quien define al delito desde una posición iusnaturalista, al hablar de responsabilidad moral por parte del sujeto, que al cometer el delito está violando principios universales que son receptados por el derecho penal, y que el sujeto conoce previo a la acción delictiva. Admite en el hombre la existencia del libre albedrío por lo que el sujeto tiene la opción de elegir entre una conducta moralmente buena o mala. El delito era concebido como un ente jurídico, que surge del choque de la fuerzas del delito y del derecho; precisamente Carrara se preocupo por la búsqueda creación de estructuras ontológicas detrás de las nociones de delito y ley.
Carrara definía al delito de la siguiente manera: Es la infracción a la ley del Estado, promulgada para proteger la seguridad de los ciudadanos, resultante de un acto externo del hombre, positivo o negativo, moralmente imputable y políticamente dañoso. Las limitaciones de la definición de Carrara, son expuestas por Nino, quien hace referencia a la limitación del iusnaturalismo, donde “no es suficiente con esa condición para que un acto sea delictuoso; deben darse otras propiedades de carácter valorativo: la ley que infringe el delito, no es cualquier ley sino una promulgada para seguridad de los ciudadanos”[1].
“En definitiva la definición de Carrara, está tan cargada de connotaciones valorativas que escasamente nos ayuda a detectar los criterios vigentes en el lenguaje ordinario para el uso del término delito”[2].
La Escuela Positiva en cambio, funda la conducta del sujeto en una responsabilidad social; dentro de esta Escuela el positivismo criminológico, tu varios representantes como Lombroso, Garófalo y Ferri, que buscaron factores externos al comportamiento delictivo del sujeto, como factores biológicos, sociales y psicológicos; rechazan el libre albedrío, por lo que el sujeto está determinado a cometer delitos, si se dan las condiciones necesarias. Esta posición adopta una postura mecanicista de la visión del delito. El delito era considerado como un ente de hecho. Primero Lombroso incorpora al “hombre delincuente”, por naturaleza; Ferri se encargó de clasificar a los delincuentes (locos, pasionales, habituales, ocasionales,) y Garófalo introdujo en “concepto de peligrosidad”, frente aquellos individuos con rasgos “peligrosos”, y que debían ser neutralizados aún cuando no hubieran cometido delito a través de medidas preventivas.
“La idea básica de esta corriente hoy desprestigiada es que el delito no es producto del libre albedrío del agente sino que está determinado por ciertos factores causales”[3].




































III.- La labor de la dogmática penal: causalismo y finalismo.



Después del iusnaturalismo metafísico de Carrara y del iusnaturalismo seudocientífico de Lombroso, la Ciencia Penal, avanzó con la labor de la dogmática penal y comienza a elaborarse un concepto de delito analítico y estratificado, compuesto por categorías.
La conducta podía ser positiva d (ACCIÖN) o negativa (OMISIÓN) según que violara una norma de prohibición o de mandato; se la misma se adecuaba a la conducta abstracta descripta por la norma, se daba la tipicidad, dentro de la categoría del TIPO; caso contrario se trataría de una conducta atípica. Si esa conducta típica, no estaba autorizada por el ordenamiento jurídico (ausencia de causas de justificación), era ANTIJURDICA (contraria a derecho); pero si mediaba una causa justificante (legítima defensa, estado de necesidad, etc), la misma no era antijurídica, porque el mismo ordenamiento jurídico la autorizaba. Por último, se analiza la culpabilidad, donde se analizaba la capacidad de imputabilidad del sujeto, ante la posibilidad o no de exigibilidad de otra conducta.
Este categoría (culpabilidad) del delito, merece especial tratamiento en este trabajo.
La culpabilidad tiene origen en procesos psíquicos internos del hombre, por eso existe una causalidad ética y psicológica entre el sujeto y el acto.
La imputabilidad. es la capacidad psíquica de una persona de comprender la antijuridicidad de su conducta y de no adecuar la misma a esa comprensión. Se es imputable o no. No hay términos medios. La responsabilidad es el deber jurídico que pesa sobre el individuo imputable para responder ante el Estado por el delito cometido. Es relativo, se puede ser mas o menos responsable. Hay términos medios.
La culpabilidad es la reprochabilidad de la conducta de una persona imputable y responsable, que pudiendo haberse conducido de una manera, no lo hizo, por lo cual el juez le declara merecedor de una pena. Es la situación en que se encuentra una persona imputable y responsable. Hay términos medios, o sea también es relativo.
Para que haya culpabilidad tiene que haber: Imputabilidad, dolo o culpa (formas de culpabilidad) y la exigibilidad de una conducta adecuada a la prohibición o imperatividad de la norma. Y por faltarle alguno de estos presupuestos de la culpabilidad, no actúa culpablemente el autor, en consecuencia este esta exento de responsabilidad criminal.
La inclusión de los elementos subjetivos –dolo y culpa- dentro de la culpabilidad responde a la definición del delito del causalismo. Esta era una noción, formal y objetiva; donde la acción, tipicidad y antijuricidadd eran los elementos objetivos externos; en cambio la culpabilidad era el elemento subjetivo interno.
La aparición del finalismo, después de la SGM, modificó el contenido de las categorías, pero mantuvo la misma estructura que el causalismo. El cambió radical fue el traslado del dolo y la culpa –que el causalismo incluía en la culpabilidad- hacia el tipo, dando lugar al tipo mixto o complejo, ya que se distinguía entre tipo objetivo y tipo subjetivo; esté último receptaba el dolo y la culpa, dando lugar a los elementos subjetivos del tipo. La culpabilidad quedó vaciada, y regalada a un concepto normativo a los fines de reprochabilidad.
Ambas escuelas –causalismo y finalismo-, partieron de concepciones diferentes en la elaboración de la primer categoría del delito, es decir la ACCION, reeditando aquel duelo entre determinismo y libre albedrío, de la Escuela Clásica y la Escuela Positiva.
El causalismo, parte de una concepción, mecanicista, adoptando el método inductivo experimental de la ciencias naturales, en pleno auge durante fines del s. XIX y principios del s. XX; la acción era concebida como un movimiento corporal voluntaria (Beling) o una conducta humana voluntaria (von Liszt) que produce una modificación en el mundo exterior, sin indagar en el vínculo psicológico entre el sujeto y la acción, que será estudiado recién en la culpabilidad.
Pera el finalismo, en cambio adopta una posición indeterminista, ya que considera que el sujeto previo a realizar la acción, en una etapa previa a manifestar la misma, puede medir los límites y consecuencias, por conocer categoría ontológicas, lo que Hans Welzel denominó, “estructura lógico objetivas”, como una especia de iusnaturalismo de las cosas. Ese orden objetivo de categorías permite al sujeto evaluar su acción, por lo que la misma es definida como “resultado de actividad final”.
Frente a una conducta delictiva, la consideración y tratamiento de la misma, sin duda va dar lugar a diferentes consideraciones, según de reconozca a no la existencia del libre albedrío. Si el sujeto que realiza la conducta delictiva, tiene libre albedrío, es decir, ha podido optar libremente y evaluar sobre la misma, no interesa las circunstancias o factores que rodeaban al sujeto al momento de cometer el delito, porque en última instancia, tiene margen de libertad para decidir. Pero el nivel de tolerancia y tratamiento sobre un sujeto al cual se lo considera, determinado por factores ajenos a él, que lo han predispuesto a cometer una acción ilícita, permitirá indagar, no sobre el sujeto en sí, si que es lo que lo ha llevado a cometer esa acción.











































IV.- Aspectos neurológicos y psicológicos:

Numerosos resultados empíricos producidos por la investigación en psicología y neurología han hecho que se replantee con fuerza un problema de siempre: ¿está el hombre determinado por los genes y el ambiente a obrar “necesariamente” como lo hace? ¿Somos una especie de robots biológico-sensitivos que respondemos de una manera fija e inapelable a las circunstancias del ambiente según nuestros, digamos, programas de procesamiento? Es evidente que detrás de estas preguntas se esconde nuestro entendimiento del hombre[4].
La ciencia verifica los hechos, no ya en sentido absoluto, en el sentido positivista, sino popperiano, es decir, son una interpretación.El instrumental experimental para registrar un hecho cuántico es interpretativo y también lo es la batería de preguntas para registrar los hechos de una encuesta sociológica. Pero, aunque sean interpretativos, los hechos imponen tendencias inequívocas. Esta es la situación actual con la gran acumulación de evidencias psicológicas y neurológicas que hablan a favor del determinismo.
El perfeccionamiento de las metodología de investigación, a través de los métodos empíricos, le ha permitido a la ciencia especificar su objeto de estudio y profundizar el mismo. Se intenta poder alcanzar el mayor grado de objetividad posible. El hecho en sí, no es puesto en duda, pero distinto es la interpretación del mismo. Esto debe ser tenido en cuenta, desde el punto de vista epistemológico, para separar los hechos y la interpretación de los mismos.
No discutimos la objetividad que puede alcanzar un experimento en materia de neurología, pero si debatiremos al momento de interpretar los mismos, si se llegará a interpretar los mismos, poniendo en duda el libre albedrío.
Ante un mismo hecho, distintos científicos pueden tener diferentes puntos de vista, dado lugar a diferentes interpretaciones y alternativas sobre el hecho examinado. Esto es frecuente en al ciencia, donde cada científico valora y argumenta de manera diferente.
“Nuestra interpretación de los hechos psicológicos y neurológicos es que no justifican negar el libre albedrío o la libertad humana, aunque, eso sí, nos hagan caer en la cuenta de algo que ya se conocía desde hace mucho tiempo: los enormes condicionamientos que pesan sobre las decisiones humanas, hasta el punto de llegar en ocasiones incluso a anularlas. En el fondo pensamos que los hallazgos de la psicología y de la neurología moderna nos permiten profundizar en nuestra idea del libre albedrío. Dan pie a una reflexión en profundidad sobre la libertad y, al tocar este tema, estamos tocando una de las cuestiones decisivas de nuestra idea del hombre”[5].























V.- El experimento de Libet:

Muchas de la consideraciones actuales se iniciaron tras el experimento de Libet. Para entendernos con rapidez, digamos que Libet constató que los llamados “potenciales de preparación” para una acción (readiness potential) eran anteriores en unos 300 milisegundos a la conciencia del sujeto de tener voluntad para realizar esta acción. Si la acción se realizaba en el tiempo “0”, la conciencia de la intención estaba a menos 200 milisegundos y el “readiness potential” detectado en el cerebro a menos 550 milisegundos. Parecía, pues, que no era la decisión de realizar una acción la que activaba la preparación cerebral para realizarla, sino al contrario. Por tanto, parecía que la conclusión era: el mecanismo necesario que lleva a la acción se produce en el cerebro inconsciente al margen de la decisión del individuo y la “conciencia de la voluntad” surge después como la “ilusión” de haber sido su causa real. Este hecho experimental parecía confirmar una teoría de la conciencia llamada “epifenomenalismo”: la conciencia no causa efectos neuronales físico-químicos (no causa las acciones), sino que es sólo un testigo del determinismo neural de la conducta; creándose así la “ilusión” de que la conciencia causa la conducta. En el fondo estaríamos complementamente determinados. Tendencias21 ha dado cuenta ya en un artículo de otros aspectos recientes de las investigaciones de Libet. Además, en otro artículo, ha descrito también resultados recientes que muestran avances tecnológicos para detectar la actividad cerebral que genera los actos voluntarios y la discriminación entre ellos.

Otras investigaciones también parecen inclinar la balanza hacia el determinismo neural. La denominada “visión ciega”, Se trata de personas que tienen lesionado el cortex visual primario (área V1 en el cortex occipital) y, por ello, carecen completamente de imagen; son completamente ciegas. De acuerdo con el caso clínico descrito por el neurólogo indio Ramachandran en su libro “Fantasmas en el cerebro”, se coloca un buzón delante del paciente ciego, se le entrega una carta y se le pide que la introduzca en la ranura del buzón. Lo sorprendente es que, sin tener imagen, sin embargo, logra con una única acción sin titubeos acertar exactamente con la posición de la ranura e introducir la carta. Es lo que llamamos “visión ciega”: el paciente parece ver sin tener imagen. ¿Cómo se interpreta este hecho? La explicación propuesta por Ramachandan (que es la ordinaria) parte de una consideración del colículo superior. Se trata de una formación neuronal del cerebro más antiguo que, en animales primitivos, constituía el único bucle neuronal para producir la imagen.[6]
Este experimento determinaría que la acción del sujeto estaría guiada por unos mecanismos inconscientes, al margen de la conciencia de la imagen (que no se produce). El hombre, al obrar, sería aquí como un autómata absolutamente determinado por mecanismos neurales.
Ello nos lleva a plantear que en nuestra vida cotidiana, nos manejamos como autómatas en base a rutinas; por la repetición de actos.
Algo parecido ha sucedido evolutivamente con el movimiento, totalmente automatizado como resultado de una programación que se remonta a los primeros seres vivos. Pero no es sólo eso. Un profesor que explica una asignatura desde su cátedra universitaria no tiene que pensar, coordinar, decidir y dirigir reflexivamente el lenguaje en cada momento: casi actúa como un “autómata intelectual” que, con todo relax, “dispara” su discurso. Nuestra vida está llena de “rutinas” voluntarias que se repiten una y otra vez, dando lugar a numerosos automatismos. Nuestra vida se apoya en ellos. La vida animal, y humana, está construida sobre infinitos automatismos. Son como una necesidad funcional de supervivencia, ya que sería imposible que la conciencia atendiera reflexivamente a todo. Pensemos que se trata siempre de automatismos dinámicos que obran en dependencia de la información que les viene del ambiente (vg. en la conducción, en el lenguaje, movimiento o en los automatismos voluntarios o rutinas del comportamiento)[7].
Cúal sería el papel que jugaría la ciencia frente a este determinismo neural, o mejor dicho para que sirve.
Según la opinión de Manuel Froufe, “moviéndonos dentro de un paradigma emergentista de redes neurales y de sus correlatos psíquicos (el más extendido hoy en neurología), la hipótesis en que nos movemos es que la sensación emergió en el proceso evolutivo y se convirtió en el sistema más eficaz para detectar información del medio. Pero la estimulación (sensación) se asoció a respuestas motoras y así fueron apareciendo los automatismos. La vida animal está montada sobre automatismos deterministas. En gran parte pasa lo mismo en el hombre.
La conciencia quedo relegada a la función las funciones sensitivas para que el sujeto pueda impulsar las acciones autómatas.























VI.- Causas de la conducta criminal:

En el punto anterior, hicimos una breve referencia a las investigaciones en neurología, estableciendo el “determinismo neural”. Al comenzar el trabajo, hicimos referencia a búsqueda de los factores que podrían considerarse como causas del delito. Recientes investigaciones han profundizado el estudio de factores biológicos. A fin de no ser catalogadas de discriminatorias, y alejarse de los viejos postulados del positivismo criminológico, se han utilizado rigorosos métodos de investigación para fundamentar la interpretaciones.
A partir del año 2002 en la Convención Anual de Psiquiatría, APA (American Psiquiatric Association), realizada en Pensilvania, se estudió la relación entre transtornos mentales con la conducta agresiva
Vazquez Rosado señala que la biología no puede dar una explicación total de la conducta criminal, pero considera que los profesionales de las ciencias sociales, deben tener en cuenta las nuevas hipótesis, que plantean factores fisiológicos, neurológicos, cromosómicos y anatómicos que determinen la causa criminal. Hoy día las investigaciones giran explorando nuevas, o más específicas, variables que incluyen una variedad enorme de factores físicos tales como los niveles alterados de serotonina (perspectiva bioquímica; desbalances químicos), alteraciones en el lóbulo frontal, ADD (desorden de déficit de atención), niveles altos de testosterona combinados con niveles bajos de serotonina, niveles bajos de colesterol, el efecto en general de los andrógenos, el efecto de diversas drogas auto-inducidas (ingeridas), los efectos de las dietas (enfoque nutricional), alteraciones por cobre y zinc, el efecto de traumas y accidentes, el efecto de traumas en guerras o eventos de estrés en desastres naturales (síndrome post-traumático), el efecto de la contaminación ambiental y las toxinas, hiperactividad, problemas cognitivos, el efecto del tabaquismo en la madre sobre los hijos/ as, efecto del ácido úrico, la predisposición genética, y la relación entre estados emocionales alterados (depresión y ansiedad) y la conducta criminal, entre muchos otros[8].

Dentro de las distintas investigaciones, Vazquez Rosada menciona las más recientes por lo que las mismas no son exhaustivas.

En cuanto a trastornos bioquímicos: Serotonina (serotonina)
Richard Wurtman ha encontrado que dietas de alto carbohidratos y bajas proteínas afectan los niveles normales de la serotonina, neurotransmisor natural que cuando está en niveles alterados o anormales tiene efectos cerebrales asociados con tendencias suicidas, agresión y violencia, alcoholismo y conducta impulsiva. Las funciones normales de la serotonina son la regulación de la excitación, los estados de ánimo, la actividad sexual, la agresión y el control de los impulsos. Algunos estudios asocian niveles bajos de serotonina con la conducta violenta-aberrante. Jeffrey Halperin (2) comparó varones agresivos con no agresivos, ambos con diagnósticos de ADD (déficit de atención) combinado con diagnósticos de hiperactividad. Se les administró la droga fenfluramina, que provoca respuestas en el sistema serotonergénico. Los resultados mostraron cambios positivos en los niños agresivos al bajarle los niveles de serotonina. Matti Virkkunen cree haber identificado variaciones genéticas específicas que predisponen algunos individuos hacia la conducta suicida. Tomando casos de jóvenes ofensores violentos, descubrió que una variante del gene THP (tryptophan hydroxylase) cuyos códigos producen una enzima necesaria para la biosíntesis de la serotonina, estaba asociada fuertemente con los intentos suicidas irrespectivo a si los jóvenes eran, o no, impulsivos. Un segundo estudio demostró que bajos niveles del metabolito 5-HIAA (localizado en el líquido cerebro espinal) están asociados con pobre control de la conducta impulsiva (sobre todo en alcohólicos). Por último, estudios en monos consistentemente demuestran altos niveles de agresividad cuando los niveles de serotonina son bajos
Condiciones congénitas: Síndrome fetal alcohólico
Estudios realizados por Ann Streissguth encuentran que el 6.2% de los adolescentes y adultos que muestran niveles significativos de conducta mal adaptativa nacieron bajo condiciones de Síndrome Fetal Alcohólico. Esta conducta evidenciada incluye impulsividad, falta de consideración con los demás, mentir, engañar, robar, y adicción al alcohol o drogas. También mostraron dificultad de vivir independientes a los padres, pobre juicio social y dificultades en conducta sexual, soledad y depresión. No obstante, aunque siempre se ha pensado que el alcoholismo de la madre es lo que más afecta, también se han comenzado estudios sobre el papel del alcoholismo en el padre. Estudios realizados por Theodore Cicero encuentran que los hijos de hombres alcohólicos tienden a mostrar problemas de conducta y problemas en las destrezas intelectuales. Cicero sugiere que esto está directamente relacionado con el efecto del alcohol sobre los espermatozoides o las gónadas. Cicero dice que los hijos varones de padres alcohólicos tienden a dar pobres ejecuciones en los "tests" de aprendizaje y destrezas espaciales. También demuestran tener niveles más bajos de testosterona y beta-endorfinas. Las hijas (hembras) muestran niveles hormonales alterados en hormonas relacionadas a tensión reaccionando de forma distinta a situaciones de estrés a las féminas que no tienen el factor de padres alcohólicos.
El efecto de golpes-traumas y alteraciones del lóbulo frontal
Alan Rosembaum realizó un estudio en los que descubre que los traumas cerebrales anteceden cambios de conducta predisponiendo hacia un incremento en violencia. Muchas de estas lesiones fueron adquiridas en la infancia tanto bajo juegos como en accidentes o producto de maltrato infantil. Su estudio fue realizado con 53 hombres que golpeaban a sus esposas, 45 hombres no-violentos y felizmente casados, y 32 hombres no-violentos pero infelizmente casados. 50% de los agresores habían sufrido alguna lesión en la cabeza previa a sus patrones de violencia doméstica.
De otra parte, Antonio Damasio sugiere que daños al lóbulo frontal a nivel de la corteza cerebral puede evitar que la persona pueda formarse evaluaciones de valor positivo o negativo al crear imágenes y representaciones sobre los resultados, repercusiones y consecuencias futuras de acciones al presente creando las bases de ciertas conductas sociopáticas. Estudios de Antoine Bechara confirman la correlación entre lesiones de la corteza en el lóbulo frontal y conductas peligrosas tales como "hacer daño solo por divertirse".Estudios con PET (tomografía de emisiones positrónicas; mide el insumo de glucosa al cerebro) realizados por Adrian Raine demuestran que niveles bajo de glucosa a la corteza pre-frontal son frecuentes en los asesinos (sus estudios son preliminares; la muestra fue de 22 asesinos confesos con 22 no-asesinos de control) Bajos niveles de glucosa están asociados con perdida de auto-control, impulsividad, falta de tacto, incapacidad de modificar o inhibir conducta, pobre juicio social. Los autores de este estudio plantean que esta condición orgánica debe interactuar con condiciones negativas del ambiente para que la persona entonces cree un estilo de vida y personalidad delincuente y violenta de forma más o menos permanente.
Efectos de medicamentos-drogas
Medicamentos legalmente recetados por médicos como parte de tratamiento a condiciones como epilepsia pueden tener efectos negativos aumentando la irritabilidad, la actividad y el desajuste emocional. Tal es el caso de medicinas como Mysoline que es recetada como anticonvulsivo (11).
Efectos Nutricionales
Katherine y Kenneth Rowe estudiaron grupos de niños diagnosticados con hiperactividad. Los padres les daban alimentos con colorantes como parte de sus dietas regulares. El estudio consistió en una dieta con el colorante Amarillo #5 y placebos para el grupo control. El reporte de los padres y observadores fue que se manifestó un incremento en conductas de llanto frecuente, rabietas, irritabilidad, inquietud, dificultad de conciliar el sueño, pérdida de control, y expresiones de infelicidad. Muchas de estas conductas son precisamente las que les crean problemas de ajuste escolar limitando su aprendizaje e integración a las reglas del salón de clases.
Trastornos hormonales
Ante el hecho obvio de que el hombre tiende a mostrarse más agresivo que las mujeres, las hormonas masculinas - la testosterona- ha sido objeto de estudio en la conducta violenta. James Dabbs estudió 4,4462 sujetos masculinos encontrando una alta incidencia y correlación entre delincuencia, abuso de drogas tendencias hacia los excesos y riesgos en aquellos que tenían niveles más altos de lo normal y aceptable en la testosterona. En las cárceles encontró que aquellos convictos de crímenes más violentos fueron los que más altos niveles de testosterona reportaron. También encontró en los estudios de saliva de 692 convictos por crímenes sexuales que estos tenían el nivel más alto entre todos.
Alteraciones en conducta por hiperactividad orgánica
Rachel Gittelman sostiene que varones hiperactivos muestran una tendencia alta de riesgo a entrar en conducta antisocial en la adolescencia. Esta tendencia es cuatro veces mayor a la de jóvenes que no son hiperactivos, y parecen tener historiales de más incidentes de arrestos, robos en la escuela, expulsión, felonías, etc. 25% de los participantes en el estudio habían sido institucionalizados por conducta antisocial.
Daño cerebral
Estudios demuestran que daños cerebrales son la regla entre asesinos y no la excepción. Pamela Blake estudió 31 asesinos con ayuda de la tecnología médica de los EEG's, MIR's y CT SCANS y con pruebas psiconeurológicas. Estos habían sido acusados de ser miembros de gangas, o violadores, ladrones, asesinos seriales, asesinos en masa, y dos habían asesinado hijos. En 20 de estos casos se pudo establecer diagnósticos neurológicos claros. Cinco casos demostraron efectos de síndrome fetal alcohólico, nueve mostraron retardo mental, un caso tenía perlesía cerebral, uno más caso tenía hipotiroidismo; un caso tenía psicosis leve, otro más tenía nicroadenoma en la pituitaria con acromegalia y retardo mental fronterizo y otro tenía hidrocefalia; tres mostraron epilepsia; tres, lesiones cerebrales y dos, demencia inducida por alcohol. Algunos mostraron combinaciones. 64.5% mostraron anormalidades en el lóbulo frontal y 29% parecían tener defectos en lóbulo temporal. 19 sujetos mostraron atrofia o cambios en la material blanca del cerebro. El 83.8% de los sujetos mostró abuso en sus infancias, y 32.3% había sido abusado sexualmente.
Intoxicaciones y contaminación ambiental
Es de reciente interés el estudio del efecto de diversas fuentes de toxicidad sobre la humanidad. Un estudio formal sobre el efecto del plomo indica que produce alteraciones en la conducta hacia la violencia y la conducta antisocial. En este estudio, Herbert Needleman 212 varones de escuela pública en Pittsburgh, entre las edades de 7-11, fueron evaluados en cuanto a la concentración de plomo en sus huesos mediante pruebas de rayos X's fluorescentes. El plomo es acumulado a través de los años por diversas fuentes que incluyen la exposición a pinturas, y se observó que con el pasar de los años, según aumentaba la cantidad acumulada de plomo aumentaban los reportes de agresividad, delincuencia, quejas somáticas, depresión, ansiedad, problemas sociales, deficit de atención entre otras. Aunque los autores creen que hay factores del ambiente social que contribuyen a estas conductas, enfatizan en la importancia de prevenir la toxicidad cerebral por plomo.
Condiciones y trastornos mentales
Diversos estudios confirman que la presencia de trastornos de salud mental incrementa la conducta violenta y antisocial. Estudios en Dinamarca identificaron en 324,401 personas que aquellos que tenían historial de hospitalizaciones psiquiátricas tenían más probabilidad de ser convictos por ofensas criminales (tanto en hombres como en mujeres) en una proporción de 3-11 veces más que aquellos que no tenían historial psiquiátrico. La esquizofrenia, específicamente, aumenta la probabilidad en 8% en hombres y en 6.5 en mujeres. El desorden de personalidad antisocial aumenta la probabilidad en 10% en hombres y 50 en mujeres de conducta homicida. Estudios en EU demuestran que el 80% de los convictos cumpliendo carcel tienen historial psiquiátrico, con historial de abuso de sustancias y conducta antisocial dependiente.











VI.- Conclusiones.

La ciencia parece no dar tregua al libre albedrío, y la estructura teológica y de algunos sistemas filosóficos parase tambalear. Pero volviendo a repetir lo manifestados en al comenzar el trabajo, la investigaciones neurológicas y biológicas, dan lugar a diferentes interpretaciones alternativas, quedando un espacio para ese margen de libertad del hombre, que llamamos libre albedrío. L
La razón actúa como la punta del iceberg de una inmensa montaña sumergida de automatismos, condicionamientos, necesidades funcionales, mecanismos neuronales que producen la actividad psíquica, causas estimulares externas e internas, emociones, instintos, etc; ella no está en rivalidad con los automatismos, sino que se apoya en ellos. El hombre se sabe persona (es decir, productor de su conducta por decisiones responsables): pero siente con dramatismo esa condición. Pensemos en el adicto o en el psicópata que se siente “atrapado” en una determinación casi insalvable. acciones. Debemos admitir que sin duda debe haber factores biológicos que contribuyen en la aparición de conductas violentas. Pero la interpretación de la ciencia no debe limitarse solo a negar el libre albedrío, ya que una visión netamente determinista o robotizada contradice la experiencia individual y social en el que se asienta la convivencia humana.
Es cierto que la indagación de causas biológicas de las conductas criminales, molesta y rememora el fantasma del positivismo criminológico; en realidad la sombra del positivismo biologista siguen hoy en día, aún mucho antes de la profundización de estos estudios.
No debemos renegar de los avances de la ciencia, y el Derecho a través de la psiquitría y psicología forense no debe hacer la vista gorda, porque si se trata de buscar las causales del delito, no debemos cerrar las puertas, y solo buscar explicaciones en problemas macroeconómicos como causales de la criminalización –que de hecho también lo son-, sino estudiar el cuerpo humano que han es mucho más complejo de entender, y respecto del cuál cuando parecemos saber todo, aún nos queda mucho por indagar.




[1] Nino, Carlos Santiago (1980): “Introducción al análisis del derecho”, Ed. Astrea, Buenos Aires, 2º Edición, pág. 178.

[2] Nino, Carlos Santiago, ob. cit., pág. 179.
[3] Nino, Carlos Santiago, ob. cit., pág. 179
[4] Monserrat, Javier (22/03/07): “El libre albedrío de nuevo discutido en neurología”, ponencia del profesor Manuel Froufe en el Seminario de la Cátedra CTR.


[5] Monserrat, Javier, ob. cit.
[6] Monserrat, Javier, ob. cit.
[7] Monserrat, Javier, ob. cit.
[8] Rosado Angie Vazques, (4/03/04) “Psicología forense: sobre las causas de la conducta criminal”, en Revista Electrónica Psicología Científica.com, (http://www.psicologiacientífica.com/). 14/07/08.

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